Rias Baixas.
Albariño.
2021 es el año de la vuelta al indómito clima atlántico.
La llegada del otoño favoreció el agostamiento de los
pámpanos y la caída de la hoja. Con el viñedo sin hojas y el
paisaje reflejando el frío invernal, iniciamos las labores de
poda, primero el corte para pasar a la recogida de sarmientos
destinados a quemar. Comenzamos en nuestras parcelas de
Albariño del Valle del Salnés y terminamos, a comienzos de
febrero, en los viñedos de la Ribera del Ulla.
El invierno fue ligeramente más frío que otros, no obstante,
permanecerá en nuestro recuerdo por sus constantes y largos
períodos de lluvias, acumulando precipitaciones del 76% por
encima de la media y solo próxima y superior a las de 2001.
La primavera llegó como un fiel reflejo del cambio climático,
ligeramente más cálida, con un incremento de 0,25ºC y más
seca, con un 21% menos de precipitaciones, lo que provocó
la brotación de las primeras yemas la primera semana de
marzo. En abril, se igualaron las plantaciones, llegando a la
plena floración a mediados de mayo, que con condiciones
meteorológicas favorables, poca lluvia y temperaturas
suaves, dio lugar a un cuajado de racimos grandes y
bien formados. Durante todo el ciclo las condiciones
climatológicas han sido adversas y complejas para el control
de plagas y enfermedades, no obstante, hemos conseguido
controlarlas y estamos ante la cosecha más abundante en la
bodega Mar de Frades.
Los meses de verano han sido muy moderados en cuanto
a temperaturas, y muy abundantes en precipitaciones. Esta
situación ralentizó la maduración, que se alcanzó de forma
muy escalonada durante el mes de la vendimia. Días de
intensas precipitaciones en septiembre, provocaron una
recogida de la uva escalonada, tranquila e intermitente, esto
permitió que la uva lograse la máxima aromaticidad con una
inferior graduación a otras añadas.